Dislexia o problema lector?


Leer no es algo repentino, el cerebro tarda mucho tiempo en desarrollar y conectar todas las partes que intervienen en la asimilación de la lectura. Todo está allí, desde el principio, pero por alguna razón muchos niños muy inteligentes no aprenden con facilidad el proceso, con consecuencias para la posterior eficacia lectora y en algunos para el resto de sus vidas.

La dislexia es nuestro mejor y más visible prueba de que el cerebro jamás estuvo conectado para leer.

Desde la primera referencia que se tiene de la dislexia en 1872 por el médico alemán R. Berlín, qué lo usó para describir un caso de un adulto con dislexia adquirida, aún no se han puesto de acuerdo las diferentes teorías acerca de las causas de la misma.

La falta de convergencia y quizá el mayor obstáculo para encontrar las causas, es que hay un amplio consenso acerca de las bases cognitivas y neurológicas de este trastorno dada la variedad de síntomas que muestran en mayor o menor dificultad y que han sido considerados como típicos de la dislexia.

Aunque las causas puedan ser diversas, la mayoría de los estudios coinciden en que, los disléxicos presentan una marcada dificultad en el procesamiento fonológico, es decir, la incapacidad de percibir y manipular los sonidos, con marcada base genética, esto significa que hay genes relacionados con los defectos de algunas de las regiones que forman el cerebro lector.

Sin embargo, a pesar de esto, se ha comprobado que el entrenamiento específico de la conciencia fonológica no se transfiere en “todos los casos” en mejor eficacia lectora (Strong et al, 2011).

Independientemente de las diferentes teorías, aprender a leer y escribir requiere de la integración de varias regiones alojadas en muchas áreas del cerebro, dos de las más importantes son las áreas de lenguaje del lóbulo temporal izquierdo y del lóbulo occipital en donde se encuentran las áreas visuales y de asociación visual, la principal función del joven cerebro lector es conectar esas áreas, para que el lenguaje y la visión se comuniquen con libertad y rapidez.

area visual

En uno de los primero estudios que indicaban una conexión causal entre el sonido y la habilidad lectora (Bradley & Bryant, 1983) el único grupo que aumentó significativamente la lectura fue el que recibió simultáneamente entrenamiento visual y fonológico, mejorando mucho más de los que recibieron sólo entrenamiento auditivo.

Esto significa que, aunque los disléxicos presentan dificultades en el procesamiento fonológico, algunos autores han encontrado también problemas en el procesamiento visual, específicamente en la vía Magnocelular-Dorsal. (Breitmeyer, 1993, Chase, Livingston, Lovegrove, et al).

La vía dorsal del cerebro está compuesta mayoritariamente por células magnocelulares, de información temprana y acción rápida que extrae gran cantidad de información global y que están directamente relacionadas con el control ocular y la atención visual.

Otra teoría, a menudo controvertida, (Vidyasagar & PAMMI, 2009), considera que también existen neuronas magnocelulares que codifican a nivel fonético, por lo que un déficit en esta vía afectaría el procesamiento auditivo también visto en la dislexia.

De manera que, sí un niño “disléxico” en donde la fonética es deficiente, aunado a un problema visual, no tendrá ningún un mecanismo para decodificar efectivamente, por lo que, ambos problemas deben ser tratados.

Encuentro enorme desconocimiento acerca de la importancia de la visión y sus alcances en la mayoría de quienes hablan sobre la dislexia y, es un hecho de que, la lectura, se quiera o no, es de entrada, un acto esencialmente visual, las palabras te hablan y te cuentan historias aunque no las escuches o pronuncies.

Y, aunque los problemas de fonética requieren atención especializada y no optométrica, el tratamiento de déficits visuales y/o de procesamiento de la información visual, mejora la integración visual-auditiva y conciencia fonológica, ahí radica el valor de la intervención optométrica en las dificultades de lectura.

Esto lo he podido comprobar en niños con severas dificultades de lectura, sin poder afirmar que sean verdaderas “dislexias”, que el entrenamiento de la vía magnocelular-dorsal y la integración de los procesos fonológicos con los procesos visuales, dicho de manera más simple, la integración visual-auditiva, responden favorablemente.

Sin embargo, esto solo se refiere al descifrado básico, que constituye solo los cimientos de las siguientes fases de la lectura, porque la fluidez, característica distintiva de los buenos lectores y que tiene que ver con la capacidad de utilizar el conocimiento sobre el significado de la palabra y sus combinaciones para deducir, comprender, predecir e incluso corregir la información discordante, requiere de un buen manejo del lenguaje.

Es por esto, que la dislexia, así como el Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH) son “trastornos” que, desde mi experiencia, no tienen “cura”, se podrán establecer estrategias para compensar algunas dificultades, incluso disminuir muchos síntomas con el tratamiento adecuado, pero el “disléxico” aun cuando sea un competente lector descifrador difícilmente llegará a ser totalmente fluido o entender adecuadamente lo que lee, así como también el niño seguirá con TDAH aun cuando consiga mejorar sus períodos de atención.

Evidentemente la etiología y el diagnóstico de las dificultades de lectura dependen fundamentalmente de los síntomas que se consideren críticos, para poder diferenciar entre los malos lectores y los verdaderos disléxicos.

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